El muro fronterizo parece un llamado a la guerra
“¡No más muertes!”
Si está cruzando por México hacia Arizona llame por ayuda al 520 585 5881
NOGALES-ARIZONA. Gustavo Daniel Rodríguez, nativo de México, decidió dejar su país y su empleo como funcionario consular por su trabajo como voluntario en la organización “No más muertes”, una coalición de asociaciones comunitarias y grupos de fe; y, desde ese espacio supervisa el programa “Ayuda de Rescate”, dedicado a encontrar inmigrantes desaparecidos en la frontera a horas o minutos que logran detectar las coordenadas (lugar) de donde se produjo la última llamada de auxilio de algún inmigrante y del “muro” que no son sino unos barrotes de metal de mal aspecto que el sheriff (alguacil) lo califica como un llamado de guerra porque están cubiertos de alambre de púas.
No más muertes, se dedica a dar ayuda humanitaria en el desierto. Dejan galones de agua, mantas, calcetines, zapatos y algunas ropas en puntos del desierto donde saben que inevitablemente los inmigrantes deben pasar; pero también salen cuadrillas de voluntarios a rescatar a inmigrantes desaparecidos, que tras rastrear la ubicación o un rango por dónde empezar, salen inmediatamente con un equipo especial para lograr encontrar a la persona con vida. Si está cruzando por México hacia Arizona llame por ayuda al 520 585 5881.
¿Pero cómo un inmigrante se conecta con la organización?, acorde con Gustavo Rodríguez, desde hace varios años vienen promocionando un número telefónico que lo comparten en los refugios y en los puntos fronterizos; pero debido a que estuvo siendo usado inapropiadamente por las organizaciones criminales que imperan en la zona ya no lo publican abiertamente.
La inmigración es un tema bi-nacional entre México y Estados Unidos, dice Rodríguez, los dos países comparten 3.200 kilómetros de frontera entre Tijuana y San Isidro (California) y Nogales, Arizona. Y aun cuando se ponga más seguridad, se creen más muros; mientras no se solucionen los problemas de fondo sobre la pobreza, la falta de empleo y la corrupción en nuestros países, la inmigración seguirá viniendo, puntualiza Rodríguez.
“Es un tema principal la seguridad y de economía”, responde, pero reconoce que los gobiernos están trabajando para que haya inmigración ordenada, pero la inmigración no va a parar si no se invierte en nuestros países. México es la puerta de entrada de todos los países para llegar a Estados Unidos y los inmigrantes sufren desde que ingresan por el lado sur de la frontera mexicana, en el camino y en el cruce fronterizo para entrar al norte. “En México hay una mezcla de racismo y clasismo”, repuso Rodríguez.
Anteriormente, en el gobierno de Trump, acorde con Rodríguez, se veía al migrante (en Estados Unidos y México) como que venían a quitar los empleos y que iban a generar mayores problemas sociales, En este gobierno de Biden se está dando un nuevo enfoque y el asilo esperando en México es una opción, pero como hay que esperar más de dos años para que el caso se resuelva, muchos inmigrantes deciden no hacer el tiempo a su cita en la Corte y emprenden el viaje en forma irregular. México ofrece asilo pero los inmigrantes no quieren quedarse ahí. Su objetivo es llegar a los Estados Unidos.
BUSCANDO A INMIGRANTES PERDIDOS
“No más muertes”, depende totalmente de los voluntarios que en su mayoría son ciudadanos estadounidenses que saben lo complejo que es cruzar las tierras áridas de Arizona en medio del desierto, rocas, animales y de temperaturas insostenibles. Pero ni eso es un obstáculo para que no emprendan el viaje y realicen el cruce a costa de sus propias vidas.
Desde hace unos años atrás la mayor parte de migrantes cruzan con un celular propio y en los refugios o en los puntos fronterizos les informan sobre a qué número marcar, por eso gracias al teléfono inteligente que pueden marcar desde el lugar dónde se encuentran desubicados, éste lee las coordenadas y hay una alta probabilidad de encontrarlos, aunque por las altas temperaturas los inmigrantes pierden el raciocinio y en vez de esperar en el lugar desde donde marcaron por última vez, se mueven, caminan y terminan perdiéndose.
Antes de partir, “No más muertes”, les entrega cuatro galones de agua, aunque para cruzar la frontera se necesitan al menos ocho galones y deben estar fríos, pero, en menos de una hora de camino el agua se calienta. Muchos se toman pastillas y medicamentos que el coyote les proporciona y eso les causa un choque de calor, les produce calambres y ya no pueden avanzar.
El desierto se demora en cruzar de cuatro a cinco días conociendo la ruta. En el camino el terreno es accidentado, hay acantilados, montañas y víboras; pero el coyote les dice que apenas van a caminar quince minutos o un par de horas. “Les miente”, insiste Daniel
El cruce de la frontera, acorde con Rodríguez se ha convertido en un problema que no solo envuelve a los coyotes sino al crimen organizado, a las bandas de narcotraficantes que de veinte años para atrás dominan el lugar. Eso conlleva a que los inmigrantes que se quedan sin dinero a la hora de llegar a la frontera norte de México rumbo a cruzar a los Estados Unidos, les persuaden a que sirvan de mulas cargando drogas o simplemente los desaparecen en medio de la nada. Por eso nació una campaña a la que la denominaron: La Prevención a través de la disuasión”, con el fin de evitar-en lo posible- que la gente no se arriesgue a cruzar en forma irregular.
Durante este año y medio de pandemia ha aumentado el cruce de venezolanos, colombianos, brasileños, cubanos, haitianos y de centroamericanos. En estos dos últimos años, Rodríguez afirma que ha habido un repunte de migrantes ecuatorianos y si antes recibían uno o dos casos por mes de desaparecidos, hoy toman entre dos o tres casos de ecuatorianos desaparecidos cada semana.
Cuando se los encuentra con vida inmediatamente se les da los primeros auxilios y se los ayuda a recuperarse del colapso; pero si se encuentran restos, inmediatamente se da el parte al alguacil del condado para que como autoridad actúe en la recuperación de los restos. Seguidamente éste avisa al Departamento Forense de Arizona y empieza el calvario de los familiares que buscan en forma desesperada, desde sus países de origen, a sus familiares.
Las búsquedas empiezan a eso de las cuatro y cinco de la mañana, en cuadrilla de cinco voluntarios. Ha habido ocasiones en que han salido hasta 16 a 20 voluntarios. Todos pasan un entrenamiento especial de primeros auxilios y el protocolo es que uno de ellos debe tener entrenamiento médico, otro debe hablar español, otro debe maneja los drones y de esa forma la cuadrilla está lista para peinar la zona.
La cuadrilla de voluntarios también colabora con la patrulla fronteriza y en esa relación han tenido mayor éxito. Con ellos han ayudado a encontrar personas que luego van a seguir con su proceso legal.
Rodríguez, afirma que está de acuerdo con la migración ordenada y segura, y que sería importante que si realmente emprenden el viaje en forma irregular, primero se informen lo mejor que puedan para evitar poner en riesgo sus vidas. Las políticas en la frontera se han visto seriamente afectadas, las condiciones del terreno fronterizo no son las mejores. “Si usted cree que el viaje es de media hora o dos horas. ¡No es verdad! El viaje dura entre cuatro a cinco días caminando de alguien que conoce la ruta y con agua suficiente. De Tucson Arizona a Nogales y en todo el borde hay retenes de la patrulla fronteriza y eso hace que la gente decida cruzar por los desiertos o las montañas. Migrar es un derecho humano, pedir asilo político también es un derecho legal”, enmarcó Gustavo Daniel Rodríguez.
En la próxima entrega: El testimonio de Ana Francisca Loja, una inmigrante que cruzó la frontera junto a sus dos hijos y fue apoyada por el equipo de La Voz Hispana de Connecticut y el testimonio del alguacil del condado de Santa Cruz (Arizona), quien dice que la crisis migratoria no es los «papeles», sino económica.